El cuento aparece por vez primera en 1957, formando parte del volumen <<Siestas con viento sur>>, segundo libro de relatos de Miguel Delibes. En 1970 aparece en otro volumen de relatos titulado, precisamente <<La mortaja>>. Más adelante, 1987, se incluirá en el volumen de <<Mis libros preferidos>>, titulado <<Los estragos del tiempo>>, junto a las novelas "El camino" y "La hoja roja".
En la última de las ediciones citadas, Gonzalo Sobejano apunta que los cuentos de Delibes están más próximos a la novela que al cuento tradicional, tienen un mayor desarrollo argumental y un caracter moderno. Sobejano clasifica los relatos modernos en situacionales, de orientación existencial, y testimoniales, de mayor atención a las circunstancias sociales. Sin negar su caracter testimonial (situación rural de abandono y pobreza), califica a <<La mortaja>> como un cuento más centrado en la fábula, donde se dan elementos de raiz tradicional. [Miguel Delibes: La Mortaja; Edicición de Gonzalo Sobejano; Edit. Cátedra; Madrid, 1987]
<<La mortaja>> comienza con una descripción bastante detallada del entorno físico donde se desarrollará el relato: la cuenca polvorienta donde viven el niño Senderines y su padre, el río que casi desaparece en verano por la falta de agua, los cultivos de trigo y melones, y la dureza de las dos únicas estaciones, invierno y verano. Una fábrica de madera río arriba y la central eléctrica donde trabaja el padre del chiquillo completan el entorno. El día en el que se desarrolla el relato el padre vuelve a la casa mientras el niño juega afuera y se acuesta, según su costumbre, abotargado por la bebida y la comida. Ese día, sin embargo, el padre no despierta, y el niño se enfrenta a la realidad de la muerte. Empeñado en amortajar a su progenitor acude a varios adultos para que le ayuden. Los dos primeros se niegan, uno porque ha discutido con el padre esa misma tarde y jurado no volver a relacionarse con él, y el segundo porque teme velar a un muerto; otro, compañero de su padre, no puede dejar el servicio de guardia en la central eléctrica, aunque promete a Senderines que lo ayudará la mañana siguiente. El chiquillo termina pidiendo ayuda al itinerante el Pernales, que lo acompaña a casa a cambio de las pertenencias del difunto. El relato contiene numerosas analepsis o flash-backs: la muerte de la madre, el desdén del padre por la escasa fuerza física de su hijo y lo asustadizo que es y el refugio de éste en sus juegos imaginativos con los animales y el paisaje. [Antonio Candau, Estudio preliminar a La Mortaja de Miguel Delibes, Iberoamericana Editorial Ververunt, Madrid, 2007, pag. 71-72]
Aun cuando se presenta en el relato una situación de subdesarrollo y desamparo, su centro es el enfrentamiento del Senderines con la muerte y el mundo adulto. [Miguel Delibes: Siestas con viento sur, Edición de Amparo Medina-Bocos, Editorial Destino, Barcelona, 1998:L] En el relato se dan cita los temas clave de la narrativa de Delibes (naturaleza, muerte, infancia y prójimo) y sus técnicas más características (los ritmos sintácticos, deícticos, anafóricos, semánticos y de puntuación). Sobejano añade el ritmo afectivo, que busca la aproximación al prójimo y el acuerdo con los otros; especialmente entre narrador y personaje, en una caracterización que denomina de <<narrador acorde>>. [Opus Cit. 1987:48]
Otro magnífico relato de Miguel Delibes, del que sólo cabría añadir a lo ya dicho, que destaca por su rica adjetivación, que no depende tanto de la multiplicidad de cualidades de la realidad que describe, como de la capacidad del autor para percibirlas. A esto se unen las sugerentes comparaciones y el acierto del lenguaje figurado. Todo ello contribuye a incrementar la fuerza plástica de la descripción.
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